Carlos Jofré Ibáñez, un sabio cuya humildad y bondad superaban su sabiduría

Compañeros, amigos y discípulos del Instituto Español del Cemento y sus Aplicaciones (IECA) y de la Agrupación de fabricantes de cemento de España (Oficemen)

Recientemente nos ha dejado nuestro amigo, nuestro maestro, nuestro muy querido Carlos Jofré. Un sabio cuya humildad y bondad superaban incluso su sabiduría. Un técnico brillante, con amplísimos conocimientos en los temas en los que fue un experto. Un apasionado de su profesión, de sus pavimentos de hormigón. Un magnífico divulgador que nos transmitió a varias generaciones gran parte de su sabiduría. Pero sobre todo nos ha dejado un gran hombre, un hombre bueno que dejó una profunda huella en todos aquellos que tuvimos la gran suerte de conocerlo.

Carlos nació en Badalona, el 1 de septiembre de 1947. Durante su infancia y adolescencia vivió en diversas ciudades, incluso fuera de España debido al trabajo de su padre, lo que seguramente acrecentó en él esa capacidad de adaptación y esa pasión por viajar y conocer otras latitudes. Hombre de vasta cultura, Carlos demostraba continuamente, además de un gran amor por su trabajo, un aprecio por las cosas sencillas de la vida, por la amistad, por la naturaleza, por la gastronomía, ¡cuántas cosas nos enseñaste!

Pero por encima de todo, profesaba un profundo amor por su queridísima Lola, su mujer, una maravillosa persona a la que siempre tenía en sus pensamientos y en su corazón, y también por sus hijos, Carlos, Luis y Jordi, y desde hacía unos cuantos años, por sus nietos Carolina y Pablo, de los que se sentía enormemente orgulloso y de los que hablaba siempre con una gran sonrisa en su cara. (…)