La filtración en la industria cementera. Una cuestión estratégica

Ion Bautista
Enviromental Systems Manager. AAF-S.A.

El día a día de una cementera es exigente y altamente demandante. Sus procesos tienen la particularidad de ser, en apariencia, ‘sencillos’ (en síntesis, se reducen a la aplicación de grandes cantidades de energía térmica a materias primas para conseguir su transformación en nuevos materiales), si bien se desarrollan en un riguroso marco que no permite desviaciones y que ha de ser controlado de principio a fin para no incurrir en costes extraordinarios.

Es necesario tener en cuenta que parte de esta complejidad viene dada por las cantidades de material que, diariamente, entran en juego en la operativa de la planta. Miles de toneladas que a su vez requieren de la aplicación de grandes volúmenes de energía para poder ser tratadas de forma eficiente y manteniendo siempre unos niveles óptimos de productividad y seguridad.

En este contexto, los gases de proceso resultantes de la combustión, esenciales en la transferencia de energía térmica hacia las materias primas han de ser desalojados una vez cumplen su función en el proceso, al igual que las partículas de polvo que contienen (que van desde los 20-30 g/m³ hasta 400-600 g/m³, dependiendo del proceso), tienen que ser filtradas previamente a la emisión.

La filtración se convierte, por tanto, en una tarea crítica en la operativa diaria de una cementera, una actividad que da soporte al proceso hasta el punto de que su equipamiento forma parte integrante de la línea de producción: si el filtro se para, ¡la actividad se interrumpe! (…)