El día en que el cemento se echó a la mar
J.G.M.
No hace muchas décadas entre el oleaje del mar del Norte o del océano Atlántico se podían divisar algunos barcos construidos por un material totalmente diferente al del resto. De sobra son conocidos en pleno siglo XXI los muchos usos que pueden darse al cemento, columna vertebral en la construcción de obras públicas y civiles. Pero hay una faceta de este material constructivo que a día de hoy es prácticamente desconocida; su empleo para la construcción de embarcaciones. Alcanzó cierta popularidad durante las décadas de los 70 y 80 del siglo XX, construyéndose el mayor número de barcos de cemento durante la Primera y Segunda Guerra Mundial, dada la carestía de hierro, que era destinado principalmente a los astilleros donde se trabajaba en buques de guerra y submarinos.
Los orígenes franceses
En 1854, en la ciudad francesa de Carces, Lambort diseñó y construyó un pequeño bote de remos que más tarde fue expuesto al público en la Exposición Universal celebrada en París ese mismo año. La presentación del nuevo uso del cemento debió despertar un escaso interés entre los visitantes puesto que no es hasta 1887 cuando se empiezan a construir de manera industrial botes de remos de cemento. La empresa holandesa Zementeisen-Fabrik Gebruder Picha-Stevens rescató del olvido la idea de Lambort con la venta de unos botes algo más grandes que el del francés. (…)
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