Editorial
Jesús Serra Motas
Presidente de AFAM
Vivimos en el mundo desarrollado. Todos nosotros formamos parte de ese primer mundo, y estamos orgullosos de ello, aún reconociendo sus problemas y debilidades.
Pero la visión que de él tenemos es quizás nuestro mayor peligro: contraponemos nuestro mundo desarrollado a otro mundo que llamamos “en vías de desarrollo”. Unos, los que vienen, van en la vía del desarrollo, en marcha, a todo tren, y los otros, puesto que ya hemos llegado, nos los miramos, y los esperamos. A partir de esta reflexión. Yo me pregunto: ¿Tendrán los países de la vía la gentileza de pararse en nuestra misma estación, o pasarán de largo y nos dejaran atrás? Y como es lógico, también quiero saber lo que debo hacer, cual es mi obligación para contribuir, en mi modestia, a que el país siga en su proceso de desarrollo.
Es nuestra sociedad, sociedad de privilegios, también sociedad de deberes y obligaciones. Como se nos enseñaba antes, cada derecho conlleva su obligación, y a veces más de una. El propio derecho de vivir en un país desarrollado nos obliga a seguir desarrollándolo. No podemos pararnos en la estación, sino que debemos seguir alimentando la máquina. Más carbón, más leña, más velocidad.
El desarrollo de los países se mide por muchos y variados baremos. Y como todas las sociedades son imperfectas, según qué vara de medir utilicemos estaremos más contentos y orgullosos o nos pondremos colorados de vergüenza: Nos pueden medir por el nivel de formación, o por el nivel de educación, o por el nivel de civismo, y en cada uno de los tres listones, nuestra medida seria distinta.
Nos pueden medir por nuestra conciencia social, o por nuestros valores democráticos, o por nuestra tolerancia, y también daríamos medidas distintas de desarrollo.
También nos pueden medir por lo material, por la cantidad de cosas que consumimos, poseemos o podemos comprar, como el consumo eléctrico, el número de coches, el número de televisores por hogar o de hogares con internet. O incluso por variables más difíciles de calcular, el PIB, la productividad, la renta per cápita, o incluso, y ahora está de moda, por el precio relativo de una hamburguesa.
Desde nuestro sector, el sector del mortero industrial, nosotros también aportamos nuestro grano de arena al tren del desarrollo, si bien es un grano de arena recubierto de cemento. Nuestra medida del nivel desarrollo de nuestro sector, que es la aportación del mortero al desarrollo general del país, no es la cantidad, no es el número de viviendas construidas, ni el número de carreteras, autovías, ferrocarriles o aeropuertos. No es la cantidad porque esta depende de los ciclos económicos y presenta grandes variaciones con el tiempo. Seguramente si hablamos de infraestructuras la cantidad podría asimilarse a la velocidad de nuestro tren, a la velocidad de desarrollo en determinados sectores.
Cuando queremos medir nuestro nivel de desarrollo, cuando queremos saber cual es nuestra situación, donde estamos comparados con otros, las medidas deben ser mucho más estables y no depender de los vaivenes de la economía.
Nuestro nivel de desarrollo se mide por cuestiones como la calidad, la seguridad y el medio ambiente:
- La calidad en la construcción implica Desarrollo.
- El uso de materiales capaces de cumplir los requerimientos más exigentes implica Desarrollo.
- El uso de sistemas de trabajo respetuosos con el medio ambiente implica Desarrollo.
- Implementar sistemas de trabajo menos penosos para las personas, y que contribuyan a mejorar su nivel profesional, implica Desarrollo.
En definitiva, el porcentaje de uso de morteros industriales, con fórmulas adaptadas a cada una de las necesidades de la obra, con controles de calidad que aseguran sus prestaciones, con sistemas de almacenamiento y manipulación que evitan su deterioro, y con sistemas de aplicación que aseguran su puesta en obra con el mínimo esfuerzo, son las medidas de desarrollo de los que en AFAM nos sentimos más orgullosos, y con cuya mejora estamos contribuyendo al nivel de vida de nuestros conciudadanos.
Desde los años 60 del siglo pasado hasta hoy nuestra evolución ha sido espectacular. Difícilmente encontraremos un albañil en nuestra geografía que no utilice morteros industriales cuando se enfrenta a una labor comprometida. Es más, el nivel de aceptación es tan elevado que incluso los particulares, aquellos no profesionales que se dedican al bricolaje para pequeñas obras y reparaciones en sus casas, acuden a las recomendaciones de uso de los fabricantes de mortero a la hora de elegir los materiales con los que ejecutar sus trabajos, asegurando así los resultados.
Y esta es la labor continua de todas las empresas asociadas a AFAM. Empresas que han desarrollado productos, que han demostrado sus ventajas que con una labor comercial correcta las han difundido, y que, además han garantizado sus prestaciones. Empresas que han investigado, han desarrollado sistemas de aplicación, y han invertido en el desarrollo de sus clientes, y en la mejora de sus métodos de trabajo.
¿Pueden ustedes imaginar lo que cuesta el conseguir que todo un sector, y sobre todo un sector tan tradicional, acabe abandonando prácticas centenarias (o milenarias en algún caso), y abrace entusiasmado las nuevas técnicas y productos? Es por ello que AFAM se siente orgullosa de ser la Asociación que representa a tantas empresas fabricantes de mortero industrial. Nuestro objetivo es seguir promocionando la difusión de estos nuevos métodos de construcción y nuevos y mejores materiales.
AFAM fue creada precisamente con el objetivo de aunar los esfuerzos individuales para conseguir una voz más fuerte, promoviendo las prácticas constructivas que, entendemos, son positivas para el país y los ciudadanos, haciéndolo de un modo alejado de cualquier connotación de interés particular de empresa, llevando incluso hasta la Administración la voz de un sector que es signo de modernidad y desarrollo.
Hemos marcado hitos, pero debemos seguir avanzando.
Nuestros productos han sido y son herramientas para la construcción moderna, pero ¿Cuáles serán las necesidades de la construcción del mañana? ¿Qué futuro nos espera a las empresas que estamos en AFAM, con nuestra ilusión por mejorar productos y procesos?
Creo que la respuesta la tenemos a nuestro alcance, sólo mirando a nuestro alrededor.
Todo aquel que ha viajado por el mundo primero, segundo o tercer mundo-, habrá visto que todos los países son capaces de construir, y además de hacerlo bien. En un mundo
cada vez más pequeño (ahora se dice más global), las empresas y sus trabajadores se pueden desplazar a cualquier punto, y construir con los mayores estándares de calidad. Todo viaja y se transmite deprisa…
Sin embargo, el ojo del viajero es capaz de saber enseguida en cual de los mundos está. ¿Cómo? De modo intuitivo todos reconocemos una máxima que pocas veces formulamos: “El nivel de desarrollo de un país no se mide por su capacidad de construcción de edificios e infraestructuras, sino por el nivel de mantenimiento de los mismos”.
Entendiendo esto, y mirando a nuestro alrededor, vemos que nuestro país tiene todavía mucho campo para desarrollarse. Tras tener cubiertas nuestras necesidades de vivienda, movilidad y servicios, empezamos a ser críticos y buscamos y exigimos que nuestro entorno sea también cómodo, seguro y bonito.
Tanto las empresas como las distintas administraciones son cada día más conscientes de que el mantenimiento de edificios e infraestructuras deben ser una parte importante de sus costes, precisamente la parte de la que depende la aprobación del ciudadano. Ahí el mortero tiene un futuro brillante.
La construcción, la rehabilitación, la reparación, el mantenimiento, son campos que empiezan a exigir enormes esfuerzos. La rehabilitación y el mantenimiento exigen morteros más técnicos, mas sofisticados, y que se adapten a las circunstancias de cada edificio. Desde AFAM estamos preparados para dar respuesta a todas y cada una de las demandas del mercado.
Nuestro futuro se nos aparece brillante porque nuestras empresas asociadas están comprometidas con la calidad, con la investigación y el desarrollo de productos y con el servicio a los clientes. Y desde la propia Asociación contamos con los recursos y el entusiasmo para apoyar las iniciativas de nuestros socios, difundir sus mejoras, y en definitiva, y desde nuestra modestia, conseguir que nuestro país desarrollado siga montado en la vía del desarrollo continuo. Por muchos años.
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