Infraestructuras ligadas al desarrollo sostenible: cómo reactivar la economía antes de que sea tarde
Víctor Hugo García Brosa
Presidente de la Agrupación de fabricantes de cemento de España (Oficemen)
El consumo de cemento en España se ha desplomado en abril un 50%, lo que lo sitúa en 598.051 toneladas. El dato más bajo de consumo mensual de cemento en la serie histórica –excluyendo los años de la reciente crisis- fue el de marzo de 1964 y entonces la cifra fue de 780.000 toneladas. Estas cifras nos dan una magnitud de la crisis actual provocada por la pandemia del COVID-19.
Dadas las peculiaridades de la actual crisis, no podemos confiar en que el turismo pueda convertirse en el corto plazo como en 2008 en un refugio para los trabajadores que están perdiendo su empleo. Y los plazos ahora son vitales. O ponemos ya los medios para una reactivación inmediata de nuestra economía, o será tarde. La construcción y su cadena de valor asociada debe ser la principal palanca de la reactivación económica; ante una crisis de esta magnitud es necesario volver a políticas de corte keynesiano. Pero esta palanca debe de activarse con un propósito claro, debe ser una fuerza motriz que genere valor compartido y que nos aleje de algunos excesos cometidos en el pasado. Y ese propósito, ese ‘para qué’, es el “Green Deal” europeo y las infraestructuras ligadas a la ‘Agenda 2030’, como por ejemplo las vinculadas con la gestión y depuración del agua, las de movilidad sostenible, las relacionadas con la sanidad, las de mejora de la red ferroviaria, las necesarias para la prevención de los efectos del cambio climático, la red de energías renovables y las infraestructuras para la economía circular, entre otras.
El poder transformador de la inversión en infraestructuras es el que permitirá que mejore nuestra sanidad (un 25% menos de dotaciones en infraestructuras sanitarias que Francia, Alemania o Reino Unido), que usemos más eficazmente un bien escaso como el agua (el 40% de la red de abastecimiento tiene una antigüedad superior a los 30 años), que se depuren correctamente nuestras aguas residuales (la falta de depuradoras es objeto de una multa constante al Estado español por parte de la Comisión Europea), que mejore nuestra movilidad (según la Asociación Española de la Carretera, 1 de cada 13 km presenta deterioro del pavimento en más de un 50%). La falta de inversión en obra civil en los últimos años compromete que España vaya a cumplir la mayoría de los objetivos de desarrollo sostenible fijados en el ‘Pacto Verde Europeo’ y en la ‘Agenda 2030’. Y es que la inversión pública en nuestro país sigue en niveles mínimos históricos, equivalente en términos de PIB a la de 1980, y con el ratio inversor más reducido de la Unión Europea.
Este plan de infraestructuras con propósito debería ir acompañado también de un plan de reconstrucción de edificación, que facilite el relanzamiento de la demanda en el sector residencial en cuanto a obra nueva (por ejemplo, mediante un plan público de vivienda social para alquileres a largo plazo, “built to rent”) y la rehabilitación orientada hacia criterios de sostenibilidad como el aislamiento térmico y la eficiencia energética de los edificios públicos y privados.
La explicación de por qué la construcción debe ser la principal palanca para la reactivación económica, la tenemos en su impacto determinante que permite el desarrollo económico y social de otros sectores clave como la industria, los servicios y el turismo. Ese efecto multiplicador, es el hecho diferencial que hace que muchos países en el mundo estén apostando por la construcción como motor para la reactivación económica post COVID-19. Otro aspecto clave, es que la construcción presenta una de las cuotas más bajas de importación frente a otros sectores de actividad, generando la mayor parte del valor añadido en nuestro país. Un excelente ejemplo de ese carácter local de la construcción, lo encontramos en la industria cementera.
Desde nuestras fábricas se producen cementos de máxima calidad, que convertidos en hormigón configuran la sociedad que nos rodea. Desde canalizaciones de agua y depuradoras, hasta las bases de hormigón para aerogeneradores, pasando por hospitales, plataformas logísticas que permiten el comercio online, vías ferroviarias sobre placas de hormigón, así como todo tipo de viviendas y edificaciones. Infraestructuras y viviendas con propósito, no como un fin en sí mismas, sino con el doble objetivo de ser palanca de la recuperación y a la vez cumplir con los objetivos de desarrollo sostenible.
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