Un nuevo (y duro) desafío histórico

Ediciones Técnicas Pauta, S.L.

Con una caída del consumo de cemento en España del 16,5% en el primer semestre del año con respecto a 2019, el sector en nuestro país se enfrenta sin duda a una las mayores crisis -si no la peor- a las que ha tenido que enfrentarse a lo largo y ancho de su dilatada historia. Las previsiones que a principios de este año auguraban un ligero crecimiento, han quedado totalmente barridas del mapa a causa de la pandemia sanitaria causada por el coronavirus. Ahora, todos esperamos que lo que resta de 2020 sea lo suficientemente positivo como para mejorar las estadísticas.

Toca seguir remando con más fuerza que nunca hacia las costas de la recuperación económica. Esta historia ya la conocemos demasiado bien en el sector cementero español. Algo que, a pesar de todo, es un punto a favor de nuestra industria. Las sucesivas crisis económicas que ha sufrido de forma cíclica en el siglo XX y en lo que llevamos del XXI, han provisto a nuestro sector de una serie de herramientas efectivas con las que muy pocas industrias cuentan. Algo bueno tenía que tener. Una vez más los cementeros tendremos que echar mano de todas esas medidas que han demostrado ser efectivas en tiempos adversos para poder salir de esta nueva prueba. Pero también es verdad que ninguno de los periodos oscuros que irremediablemente hemos tenido que afrontar se parece al actual. Lo que estamos viviendo no se circunscribe a una crisis económica, hay que sumarle una de carácter sanitario que se ha llevado por delante la vida de miles de personas en España y en el mundo.

Aunque en nuestro país poco a poco vamos saliendo de esta situación, rebrotes aparte, lo cierto es que en muchos países del mundo los efectos derivados de la pandemia aumentan sin cesar de forma aparentemente incontrolable. Las consecuencias sociales son abrumadoras, destacando el número de fallecidos por el cononavirus, lo que imprime a esta pandemia un cierto tinte apocalíptico que sólo el tiempo podrá borrar. En este sentido, la pandemia arroja incertidumbre a la hora de exportar, lo que viene a significar un durísimo golpe a la ya ‘tocada’ balanza comercial del cemento español. Una circunstancia que se reproduce en países de nuestro entorno, aunque en muchos de ellos no se habían visto afectados por factores clave como el coste eléctrico, lo que viene lastrando al sector cementero español desde hace ya muchos años.

Y el mercado doméstico tampoco ayuda, al menos por el momento. Desde el sector se sigue insistiendo en que la construcción es el dinamizador de la economía y del empleo que necesita nuestro país en estos momentos, instando a la Administración a que active un plan de contingencia concreto. Y es que, para recuperar la economía, hace falta inversión pública, sobre todo en infraestructuras. Al cierre de este editorial, en Europa se acababa de alcanzar un acuerdo histórico para el plan de reconstrucción económica tras la pandemia, con el que España recibirá unos 140.000 millones de euros del fondo de recuperación europeo, de los que 72.700 millones se darán en ayudas directas y el resto en créditos. Se trata de una cifra equivalente al 11,2% del PIB español en 2019. Estas cifras supondrán un tremendo bálsamo para las cuentas públicas españolas que podrán afrontar la crisis y cimentar la recuperación con más garantía, eso esperamos y deseamos.

Con este panorama como telón de fondo, en Cemento Hormigón estamos convencidos de que saldremos de esta, y lo haremos reforzados. Esta publicación ha vivido muchas circunstancias en sus más de 90 años de historia y siempre ha estado al lado de la industria del cemento y el hormigón, siempre inseparables. Una vez más, todos nuestros esfuerzos vuelven a focalizarse en ofrecer nuestras páginas para ayudar a los sectores que nos dan nombre. Y lo haremos como siempre lo hemos hecho, apostando por las investigaciones e innovaciones tecnológicas que ayuden a nuestra industria a seguir mejorando en todos los sentidos. Ése es, y siempre será, nuestro principal objetivo. Aceptamos el desafío.