Eisenmann y su monumento

P.B.
No se parece a ninguno de los monumentos funerarios que conocemos: ninguna lápida con inscripciones, ni la estrella de David, un monumento anónimo para recordar a los 5 millones de judíos sacrificados por el nacismo.
Ocho años le ha costado al arquitecto Meter Eisenman que le aprobaran el proyecto, pero ya es una realidad.
Podía escoger entre el blanco y el negro. Los grandes cementerios de la 2ª Guerra Mundial están llenos de cruces blancas. Él ha preferido el cemento, el gris oscuro. Un cemento sin óxido férrico y con alta proporción de escorias. (…)
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