Aniceto Zaragoza Ramírez
Director General de Oficemen

Nos decía el gran ingeniero Jose Antonio Ordóñez que el tiempo elimina todo lo superfluo de las obras de ingeniería y arquitectura y así nos permite descubrir la forma esencial de las mismas; y muy probablemente estaba en lo cierto. Pero el tiempo cambia, además, la geometría de los procesos y redondea las aristas de sus fases, permitiendo descubrir que en la naturaleza todo es circular, aunque a veces, por caminos muy tortuosos y en plazos muy alejados de la escala humana.

Lo que la iniciativa de economía circular de la Unión Europea pretende es el reconocimiento de las oportunidades que se nos presentan con una concepción circular desde el origen de la mayor parte de los procesos industriales; oportunidades que son especialmente relevantes para un continente sin grandes reservas de materias primas estratégicas.

Es ahí, donde el cemento y sus derivados nos muestran una de sus facetas más atractivas que considero necesario realzar. No es posible entender el éxito del cemento basándonos sólo en sus múltiples propiedades funcionales, sino que es necesario recordar la abundancia casi ilimitada de sus constituyentes, lo que facilita tener un producto barato y disponible en casi cualquier parte del planeta. En el fondo, los componentes del cemento también son los constituyentes de muchos otros productos abundantes en la economía mundial. (…)