La descarbonización de la industria del hormigón preparado, un gran reto para el sector

José Antonio Hurtado Hurtado
Presidente del Comité Técnico Nacional y coordinador del Grupo de Trabajo de Descarbonización de la Industria del Hormigón Preparado, ambos de la Asociación Nacional Española de Fabricantes de Hormigón Preparado (ANEFHOP)

Cuando en el año 2012 comenzaron los trabajos de redacción del Código Estructural, que se publicó el pasado verano, todos teníamos la sensibilidad suficiente para comprender la importancia que la sostenibilidad debía tener en el nuevo documento. Finalmente ocupa un capítulo privilegiado sobre los temas que tradicionalmente habían nucleado esta instrucción. Sin embargo, nadie fue capaz de adelantarse a la velocidad a la que iba a evolucionar este concepto. Llega superado por las expectativas que la sociedad ha generado sobre el sector de la construcción. De hecho, nuestra reincorporación a la asociación europea, ERMCO en 2018 permitió percibir y conocer la sensibilidad y los trabajos que se estaban realizando en otros países más evolucionados en estos conceptos de lo que estamos en España, incluso en la actualidad.

Precisamente, por la rápida evolución de los últimos años, los efectos del Acuerdo de Paris de 2015 y la reciente COP26, sorprende ahora que el capítulo II del Código Estructural, dedicado a la sostenibilidad, no mencione nada sobre la descarbonización del hormigón armado. Sea como fuere, ANEFHOP es sensible a estas circunstancias y por eso quiso reconocer durante 2021 las mejores prácticas en esta materia promoviendo, por primera vez en sus más de 50 años de historia, unos premios dirigidos a destacar los comportamientos más ejemplares dentro de la industria del hormigón preparado en España, poniendo especial énfasis en el desempeño medioambiental de nuestros asociados.

El desarrollo de cualquier normativa o regulación casi nunca se adelanta al conocimiento científico o tecnológico. Alguien dijo que “nunca verás una norma para hacer algo que antes no se ha construido”, pero estamos viviendo una excepción a este apriorismo de la mano de regulaciones que se comprometen con objetivos ambientales, que difícilmente han sido mostrados a escala de laboratorio e industrial. Quizás por eso estamos leyendo últimamente sobre la protopía, término acuñado por Kevin Kelly en los años noventa, como una versión cercana de la utopía, en la que deseamos invertir esfuerzos y recursos de cara a una visión más ecológica del desarrollo industrial. Esta idea es más realista que la de un mundo lleno de comodidades que nadie produce y en el que no se consumen recursos naturales. (…)